La política energética occidental, la gran estafa ideológica
No se puede negar que el clima cambia, lo lleva haciendo desde que la tierra existe. En su historia geológica, de más de 3.500 millones de años, han quedado grabados los datos de la atmósfera, de los que se extraen los Proxy que demuestran los distintos periodos de calentamiento y glaciación que de forma natural ha marcado el clima de este planeta. Aunque ahora se ponga el foco en un período reciente que abarca los últimos siglos para justificar el efecto antrópico en el calentamiento de la tierra.
Desde 1880 hay datos de mediciones reales, aunque la instrumentación era muy elemental, es en los últimos ochenta años donde los registros son más fiables, con los que hoy elaboramos, gráficas y estadísticas para demostrar los efectos nocivos de las emisiones de gases de efecto invernadero causa del aumento de temperatura media global de la tierra.
Habría que empezar por entender qué es el clima, cómo funciona y cuáles son sus efectos sobre la tierra. Hoy en día todavía hay muchas incógnitas y un conocimiento que no permite explicar ciertos fenómenos. La brecha entre el mundo real y el modelizado nos indica que estamos lejos de comprender el cambio climático. La política climática se basa en modelos inadecuados.
Si bien la comunidad científica conoce y divulga desde finales del siglo XIX, la existencia de una correlación entre las emisiones GEI y el sistema climático de la Tierra y la modificación de los elementos que lo conforman, el cambio climático no es parte de la agenda política internacional hasta la creación en 1988 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dos años después de su creación, el IPCC publicó el primero de sus influyentes Informes de Evaluación, y a partir de ese momento -ya un momento histórico- el cambio climático se sitúa como una prioridad mundial. Desde Naciones Unidas en La Cumbre de la Tierra fundaron las Convenciones de Río en el año 1992, una de las cuales es la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en la que se toman las decisiones que marcan el rumbo de la política energética de los países (fue firmada por prácticamente todos los países de Naciones Unidas)
Detrás de las aparentes buenas intenciones que encierran estas convenciones está la realidad de un “Panel Intergubernamental” es decir un instrumento, pagado por la ONU, al servicio de los gobiernos que lo utilizan para enviar los mensajes de las consecuencias apocalípticas del “cambio climático” y poder implantar sus políticas energéticas (intereses económicos y políticos).
A esto hay que añadir la Agenda 2030, otra vez la ONU que el 13 de junio de 2019 firmó el Acuerdo de Asociación Estratégica para la implementación de la agenda 2030 (ODS) entre Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas y el presidente del Foro Económico Mundial (WEF), Borge Brende.
En agosto de 2021, bajo el título “La ONU se convierte en socio de los multimillonarios verdes del Foro Económico Mundial de Davos”, se publicó un artículo en la revista Executive Intelligence Review que llama la atención por la claridad con la que se exponía lo que hay en juego tras la Agenda 2030.
Entre otras cosas “El anuncio del WEF en su cumbre en 2020, de la intención de utilizar la "tarificación del carbono" y los impuestos al carbono para reducir la actividad económica de las industrias altamente contaminantes” De hecho, el documento "Partnership" dice: "La asociación del Foro de la ONU se centrará en alinear los sistemas financieros y acelerar los flujos financieros hacia la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible". Los multimillonarios que impulsan la agenda verde y los administradores de fondos gigantes como BlackRock o Vanguard llaman a esto “cambiando billones”, es decir, cortando la inversión para forzar el abandono de las tecnologías intensivas en carbono de las que depende la industria moderna, para que inviertan en nuevas tecnologías.”
Si se analiza el documento de la Agenda 2030, el lenguaje usado es lo suficientemente ambiguo como para prestarlo a la interpretación de quien esté a cargo de su aplicación y los titulares de los objetivos lo suficientemente atractivos como para estar en desacuerdo. Pero sus intenciones son nítidas y corresponden a la realidad del caos que estamos viviendo actualmente. Vemos que es una dictadura total sobre todos nosotros, sobre nuestras vidas y nuestros gobiernos.
El documento está plagado de ambigüedades y generalidades para atraer a la gente bien pensada, si las Naciones Unidas lideran el proyecto Agenda 2030, todo irá bien. Pero, no se engañen, la Agenda 2030 es una trampa.
Las consecuencias
En el contexto mundial las exigencias para la transición energética, (impuestas desde la ONU y con el consenso de los países que se dan cita en las COP), se traducen en un cambio radical en las fuentes de energía. Y desde este paradigma parten los retos más importantes. Del carbono contenido en los combustibles fósiles al aprovechamiento del sol, viento, mareas, a través de tecnología baja en carbono, pero que utiliza muchos minerales en su composición. La transición energética lleva aparejada una transición extractiva, de los hidrocarburos a los minerales críticos, y es una dificultad añadida además de la aparición de nuevos actores y patrones en el comercio internacional de la energía y un nuevo juego geopolítico.
La demanda de minerales para tecnologías energéticas bajas en emisiones de carbono aumentaría entre cuatro y seis veces, con un crecimiento particularmente alto en el caso de los minerales relacionados con los vehículos eléctricos.
Aparición de nuevos riesgos derivados del cambio de modelo: la concentración geográfica de la producción y el procesado de minerales críticos es muy alta, mayor que la de los hidrocarburos. Y esto puede traducirse en una dependencia en el suministro mayor que la actual. Por otro lado, el desarrollo de nuevos proyectos mineros requiere, de media, más de una década. Se establece la lucha por el control de las cadenas de suministro de las tecnologías bajas en emisiones de carbono. Actualmente, China lidera destacadamente esta competición.
Quizás sea una lucha por desbancar a los países árabes de su posición de predominio y control del petróleo, eliminando de paso su mayor fuente de ingresos. El sustituto en este control energético parece que será China con su mayor capacidad de producción y EE.UU. Aprovechará su capacidad de comercio. La India también se sumará a esta carrera.
El coste de esta fiesta ya la estamos pagando todos los ciudadanos (impuesto al carbono) encareciendo los costes energéticos y seguirán aumentando vía impuestos, tasas, restricciones a la producción, limitaciones a la circulación, etc, con la excusa de financiar la transición energética y la Agenda 2030 como el Fondo Verde para el Clima (GFC) con compromisos totales que ahora alcanzan un récord de USD 12.8 mil millones de 31 países.
Los impuestos eco (ambientales) se abren paso para proteger el medio ambiente. Esta es la máxima de Europa vía Agenda 2030 con el auspicio de nuestro Ministerio de Transición Ecológica para nuevas imposiciones inclusivas por la justicia social y la sostenibilidad del planeta.
Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI. En la COP 28 “El precio del carbono es un instrumento particularmente poderoso porque genera ingresos y es justo. Cuantas más emisiones genere, más pagará."
El Chiringuito del cambio climático es el “Caballo de Troya” en la economía europea dañando seriamente la competitividad frente a EE.UU. y China los dos grandes bloques que dominan el mundo.
¿Y si después de todo este lío resultara que las emisiones antrópicas de CO2 no son las causantes principales o exclusivas de los cambios en el clima?
Entonces diremos como Galileo, “Eppur si muove”
Desde 1880 hay datos de mediciones reales, aunque la instrumentación era muy elemental, es en los últimos ochenta años donde los registros son más fiables, con los que hoy elaboramos, gráficas y estadísticas para demostrar los efectos nocivos de las emisiones de gases de efecto invernadero causa del aumento de temperatura media global de la tierra.
Habría que empezar por entender qué es el clima, cómo funciona y cuáles son sus efectos sobre la tierra. Hoy en día todavía hay muchas incógnitas y un conocimiento que no permite explicar ciertos fenómenos. La brecha entre el mundo real y el modelizado nos indica que estamos lejos de comprender el cambio climático. La política climática se basa en modelos inadecuados.
Si bien la comunidad científica conoce y divulga desde finales del siglo XIX, la existencia de una correlación entre las emisiones GEI y el sistema climático de la Tierra y la modificación de los elementos que lo conforman, el cambio climático no es parte de la agenda política internacional hasta la creación en 1988 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dos años después de su creación, el IPCC publicó el primero de sus influyentes Informes de Evaluación, y a partir de ese momento -ya un momento histórico- el cambio climático se sitúa como una prioridad mundial. Desde Naciones Unidas en La Cumbre de la Tierra fundaron las Convenciones de Río en el año 1992, una de las cuales es la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en la que se toman las decisiones que marcan el rumbo de la política energética de los países (fue firmada por prácticamente todos los países de Naciones Unidas)
Detrás de las aparentes buenas intenciones que encierran estas convenciones está la realidad de un “Panel Intergubernamental” es decir un instrumento, pagado por la ONU, al servicio de los gobiernos que lo utilizan para enviar los mensajes de las consecuencias apocalípticas del “cambio climático” y poder implantar sus políticas energéticas (intereses económicos y políticos).
Antonio Guterres, COP 28; Con el destino de la humanidad pendiendo de un hilo, Guterres pide medidas urgentes para evitar el colapso planetario. “Estamos en la carrera hacia el infierno climático”
De hecho, los informes de evaluación del IPCC son manipulados y convenientemente adaptados a sus intereses. Las discrepancias entre las conclusiones reflejadas en los informes del IPCC y otros investigadores, vienen de antiguo. Allá por 1996, en los primeros años de andadura de ese comité de expertos, un prestigioso científico norteamericano (el profesor Federick Seitz, que llegó a ser presidente de la Academia Americana de Ciencias), publicó en el Wall Street Journal una carta denunciando que el informe del IPCC había sido manipulado a espaldas de sus autores, ya que algunos puntos importantes de las conclusiones habían sido suprimidos. La omisión más significativa, se refería a la falta de correlación entre el cambio climático y los gases de efecto invernadero, estableciendo que no podían atribuirse el calentamiento observado a consecuencias derivadas de las acciones humanas. El comité coordinador del IPCC se vio obligado a reconocer públicamente que, en efecto, habían suprimido esas conclusiones atendiendo a los comentarios recibidos de algunos gobiernos, algunas ONGs y otros científicos.
El Acuerdo de París, adoptado en el marco de la COP 21 (París, 30 de noviembre a 12 de diciembre de 2015), consagra la continuación del marco regulatorio mundial en materia de cambio climático de forma exclusiva a partir del año 2021, dentro del ámbito de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Aprobado por las 196 Partes (países) de la Convención, crea un sistema de continuidad a partir del Protocolo de Kioto.
El Acuerdo de París, adoptado en el marco de la COP 21 (París, 30 de noviembre a 12 de diciembre de 2015), consagra la continuación del marco regulatorio mundial en materia de cambio climático de forma exclusiva a partir del año 2021, dentro del ámbito de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Aprobado por las 196 Partes (países) de la Convención, crea un sistema de continuidad a partir del Protocolo de Kioto.
En los objetivos del Acuerdo de París se vincula los esfuerzos de reducción de emisiones a los dictámenes científicos periódicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), con el fin de limitar a 2ºC el aumento de la temperatura media del planeta.
El dudoso consenso científico
Por otra parte, los medios oficiales afirman que existe un indiscutible consenso científico sobre el cambio climático y sus consecuencias.
El dudoso consenso científico
Por otra parte, los medios oficiales afirman que existe un indiscutible consenso científico sobre el cambio climático y sus consecuencias.
“La revisión de 88.125 investigadores publicadas en revistas científicas entre 2012 y 2020 muestran claramente la relación entre las emisiones originadas por actividades humanas y el calentamiento global”
“el calentamiento global observado hoy en día lo determina la actividad antrópica y los agentes naturales son actores secundarios “
“el planeta se halla ante una grave emergencia y nosotros tenemos la culpa de su rápido calentamiento”
Parece que en la ciencia ya no queda lugar para la discusión y el análisis de distintas hipótesis. Tenía entendido que el avance de la ciencia se produce de la controversia y discusiones de diferentes hipótesis, pero para "la mayoría oficial” el tema está zanjado.
Sin embargo, hay otro grupo de científicos que pertenecen a la organización CLINTEL Climate Intelligence, una fundación independiente que informa a las personas sobre el cambio y las políticas climáticas.
CLINTEL una red mundial de más de 1.900 científicos y profesionales ha preparado este mensaje urgente. “La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales, así como los beneficios imaginados de sus medidas políticas”
A pesar de la falta de pruebas científicas, la hipótesis del efecto reforzado del CO2 cuenta con un amplio apoyo entre los climatólogos y se considera la hipótesis de consenso. Los defensores de esta hipótesis sostienen que el cambio climático natural es insignificante.
Las políticas energéticas
Las supuestas consecuencias apocalípticas, que no el cambio climático, son utilizadas para poner medidas correctoras a la actividad humana. La descarbonización sobre todas las cosas. Hay que poner fin a las emisiones indiscriminadas de CO2. Legislemos para cambiar la forma de vida bajo el lema “Transición e independencia Energética”.
Desde el Protocolo de Kioto, el Acuerdo de París y el resto de COPs se ha establecido la hoja de ruta para conseguir el principal objetivo del Acuerdo de París que establece el ambicioso objetivo de mantener el calentamiento del planeta muy por debajo de 2 °C al mismo tiempo que se procura limitar el aumento a 1,5 °C. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para poder limitar el calentamiento a 1,5 °C tendremos que reducir nuestras emisiones de CO2 alrededor de un 45 % de aquí a 2030 (con respecto a los niveles de 2010). Incluso limitar el calentamiento del planeta a 2 °C exigirá nada menos que pasar a una economía climáticamente neutra para mediados de este siglo, tan solo dentro de unos decenios.
Pero, esto se estimó insuficiente en poco tiempo, porque Europa levantó la bandera del liderazgo en la lucha contra el cambio climático y estableció objetivos más ambiciosos y en menos tiempo, como si de una carrera de velocidad se tratara. Tras la entrada en vigor del Acuerdo de París, el marco de la política energética y climática de la Unión Europea ha ido modificándose para desarrollar las medidas que requiere el escenario climático y la determinación de ser un espacio económico, político y territorial neutro en emisiones en el año 2050. “El paquete de invierno” El Acuerdo Verde (The European Green Deal) REPowerUE, Ley Europea del Clima, Fitfor55, etc. España que en esto de sacar pecho no se queda atrás dijo “y yo más” y presentó el PNIEC 2023-2030.
Ahora bien, estos objetivos están para que los cumplan todos los países, pero parece que los que emiten más CO2 tienen bula. China ni está ni se le espera, aunque si está impulsando las energías renovables, pero sigue siendo el responsable de más del 31,5% de las emisiones de CO2 a nivel mundial. EE.UU. emite el 14% e India el 7,84% Ninguno presente en la COP29 de Baku.
A este proceso de la transición energética le llaman descarbonización de la economía, pero deberían añadir y falta de competitividad por encarecimiento de la energía. Hay que tener en cuenta que las inversiones necesarias para el cumplimiento de estos objetivos son billonarias. “El Periódico de la Energía” La Transición energética global necesita invertir 35 billones de dólares para 2030. El PNIEC establece unas inversiones de 294.000 Millones de euros para el período 2021-2030
“World Economic Forum, 5/10/2023” Mantener el objetivo de limitar la temperatura global a 1,5 °C exigirá un enorme gasto de capital (capex). Las estimaciones sobre el coste de la transición ecológica varían enormemente, oscilando entre 100 y 300 billones de dólares de aquí a 2050. Para ponerlo en contexto, el actual producto interior bruto mundial anual es de unos 100 billones anuales.
No olvidemos que esta transición energética está basada en eliminar la extracción de hidrocarburos para transitar hacia la extracción de minerales críticos. Es decir, que pasaremos de depender del petróleo y el gas a depender de los minerales. No sé si es un buen principio teniendo en cuenta que la concentración de estos es mayor que la de los hidrocarburos. A menos que las reglas del juego tengan otras intenciones.
El Exceso regulatorio que tiene Europa, como ya indica Mario Draghi en su informe, incide en la competitividad de las empresas, paraliza las inversiones y dificulta la puesta en funcionamiento de los proyectos.
Sin embargo, hay otro grupo de científicos que pertenecen a la organización CLINTEL Climate Intelligence, una fundación independiente que informa a las personas sobre el cambio y las políticas climáticas.
CLINTEL una red mundial de más de 1.900 científicos y profesionales ha preparado este mensaje urgente. “La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales, así como los beneficios imaginados de sus medidas políticas”
A pesar de la falta de pruebas científicas, la hipótesis del efecto reforzado del CO2 cuenta con un amplio apoyo entre los climatólogos y se considera la hipótesis de consenso. Los defensores de esta hipótesis sostienen que el cambio climático natural es insignificante.
Las políticas energéticas
Las supuestas consecuencias apocalípticas, que no el cambio climático, son utilizadas para poner medidas correctoras a la actividad humana. La descarbonización sobre todas las cosas. Hay que poner fin a las emisiones indiscriminadas de CO2. Legislemos para cambiar la forma de vida bajo el lema “Transición e independencia Energética”.
Desde el Protocolo de Kioto, el Acuerdo de París y el resto de COPs se ha establecido la hoja de ruta para conseguir el principal objetivo del Acuerdo de París que establece el ambicioso objetivo de mantener el calentamiento del planeta muy por debajo de 2 °C al mismo tiempo que se procura limitar el aumento a 1,5 °C. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para poder limitar el calentamiento a 1,5 °C tendremos que reducir nuestras emisiones de CO2 alrededor de un 45 % de aquí a 2030 (con respecto a los niveles de 2010). Incluso limitar el calentamiento del planeta a 2 °C exigirá nada menos que pasar a una economía climáticamente neutra para mediados de este siglo, tan solo dentro de unos decenios.
Pero, esto se estimó insuficiente en poco tiempo, porque Europa levantó la bandera del liderazgo en la lucha contra el cambio climático y estableció objetivos más ambiciosos y en menos tiempo, como si de una carrera de velocidad se tratara. Tras la entrada en vigor del Acuerdo de París, el marco de la política energética y climática de la Unión Europea ha ido modificándose para desarrollar las medidas que requiere el escenario climático y la determinación de ser un espacio económico, político y territorial neutro en emisiones en el año 2050. “El paquete de invierno” El Acuerdo Verde (The European Green Deal) REPowerUE, Ley Europea del Clima, Fitfor55, etc. España que en esto de sacar pecho no se queda atrás dijo “y yo más” y presentó el PNIEC 2023-2030.
Ahora bien, estos objetivos están para que los cumplan todos los países, pero parece que los que emiten más CO2 tienen bula. China ni está ni se le espera, aunque si está impulsando las energías renovables, pero sigue siendo el responsable de más del 31,5% de las emisiones de CO2 a nivel mundial. EE.UU. emite el 14% e India el 7,84% Ninguno presente en la COP29 de Baku.
A este proceso de la transición energética le llaman descarbonización de la economía, pero deberían añadir y falta de competitividad por encarecimiento de la energía. Hay que tener en cuenta que las inversiones necesarias para el cumplimiento de estos objetivos son billonarias. “El Periódico de la Energía” La Transición energética global necesita invertir 35 billones de dólares para 2030. El PNIEC establece unas inversiones de 294.000 Millones de euros para el período 2021-2030
“World Economic Forum, 5/10/2023” Mantener el objetivo de limitar la temperatura global a 1,5 °C exigirá un enorme gasto de capital (capex). Las estimaciones sobre el coste de la transición ecológica varían enormemente, oscilando entre 100 y 300 billones de dólares de aquí a 2050. Para ponerlo en contexto, el actual producto interior bruto mundial anual es de unos 100 billones anuales.
No olvidemos que esta transición energética está basada en eliminar la extracción de hidrocarburos para transitar hacia la extracción de minerales críticos. Es decir, que pasaremos de depender del petróleo y el gas a depender de los minerales. No sé si es un buen principio teniendo en cuenta que la concentración de estos es mayor que la de los hidrocarburos. A menos que las reglas del juego tengan otras intenciones.
El Exceso regulatorio que tiene Europa, como ya indica Mario Draghi en su informe, incide en la competitividad de las empresas, paraliza las inversiones y dificulta la puesta en funcionamiento de los proyectos.
Von der Leyen también reconoció que no todos los proyectos de hidrógeno verde planificados llegan a construirse. Europa ha visto una ola de cancelaciones de proyectos en los últimos meses, ante unas condiciones de mercado y regulatorias difíciles. La UE tendría solo 0,7 GW de capacidad instalada de electrolizadores para fin de año, si todos los proyectos propuestos se materializan a tiempo. Esto está muy por debajo del objetivo de 6 GW establecido en la estrategia de hidrógeno de la CE de 2020.
A esto hay que añadir la Agenda 2030, otra vez la ONU que el 13 de junio de 2019 firmó el Acuerdo de Asociación Estratégica para la implementación de la agenda 2030 (ODS) entre Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas y el presidente del Foro Económico Mundial (WEF), Borge Brende.
En agosto de 2021, bajo el título “La ONU se convierte en socio de los multimillonarios verdes del Foro Económico Mundial de Davos”, se publicó un artículo en la revista Executive Intelligence Review que llama la atención por la claridad con la que se exponía lo que hay en juego tras la Agenda 2030.
Entre otras cosas “El anuncio del WEF en su cumbre en 2020, de la intención de utilizar la "tarificación del carbono" y los impuestos al carbono para reducir la actividad económica de las industrias altamente contaminantes” De hecho, el documento "Partnership" dice: "La asociación del Foro de la ONU se centrará en alinear los sistemas financieros y acelerar los flujos financieros hacia la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible". Los multimillonarios que impulsan la agenda verde y los administradores de fondos gigantes como BlackRock o Vanguard llaman a esto “cambiando billones”, es decir, cortando la inversión para forzar el abandono de las tecnologías intensivas en carbono de las que depende la industria moderna, para que inviertan en nuevas tecnologías.”
Si se analiza el documento de la Agenda 2030, el lenguaje usado es lo suficientemente ambiguo como para prestarlo a la interpretación de quien esté a cargo de su aplicación y los titulares de los objetivos lo suficientemente atractivos como para estar en desacuerdo. Pero sus intenciones son nítidas y corresponden a la realidad del caos que estamos viviendo actualmente. Vemos que es una dictadura total sobre todos nosotros, sobre nuestras vidas y nuestros gobiernos.
El documento está plagado de ambigüedades y generalidades para atraer a la gente bien pensada, si las Naciones Unidas lideran el proyecto Agenda 2030, todo irá bien. Pero, no se engañen, la Agenda 2030 es una trampa.
Las consecuencias
En el contexto mundial las exigencias para la transición energética, (impuestas desde la ONU y con el consenso de los países que se dan cita en las COP), se traducen en un cambio radical en las fuentes de energía. Y desde este paradigma parten los retos más importantes. Del carbono contenido en los combustibles fósiles al aprovechamiento del sol, viento, mareas, a través de tecnología baja en carbono, pero que utiliza muchos minerales en su composición. La transición energética lleva aparejada una transición extractiva, de los hidrocarburos a los minerales críticos, y es una dificultad añadida además de la aparición de nuevos actores y patrones en el comercio internacional de la energía y un nuevo juego geopolítico.
La demanda de minerales para tecnologías energéticas bajas en emisiones de carbono aumentaría entre cuatro y seis veces, con un crecimiento particularmente alto en el caso de los minerales relacionados con los vehículos eléctricos.
Aparición de nuevos riesgos derivados del cambio de modelo: la concentración geográfica de la producción y el procesado de minerales críticos es muy alta, mayor que la de los hidrocarburos. Y esto puede traducirse en una dependencia en el suministro mayor que la actual. Por otro lado, el desarrollo de nuevos proyectos mineros requiere, de media, más de una década. Se establece la lucha por el control de las cadenas de suministro de las tecnologías bajas en emisiones de carbono. Actualmente, China lidera destacadamente esta competición.
Quizás sea una lucha por desbancar a los países árabes de su posición de predominio y control del petróleo, eliminando de paso su mayor fuente de ingresos. El sustituto en este control energético parece que será China con su mayor capacidad de producción y EE.UU. Aprovechará su capacidad de comercio. La India también se sumará a esta carrera.
El coste de esta fiesta ya la estamos pagando todos los ciudadanos (impuesto al carbono) encareciendo los costes energéticos y seguirán aumentando vía impuestos, tasas, restricciones a la producción, limitaciones a la circulación, etc, con la excusa de financiar la transición energética y la Agenda 2030 como el Fondo Verde para el Clima (GFC) con compromisos totales que ahora alcanzan un récord de USD 12.8 mil millones de 31 países.
Los impuestos eco (ambientales) se abren paso para proteger el medio ambiente. Esta es la máxima de Europa vía Agenda 2030 con el auspicio de nuestro Ministerio de Transición Ecológica para nuevas imposiciones inclusivas por la justicia social y la sostenibilidad del planeta.
Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI. En la COP 28 “El precio del carbono es un instrumento particularmente poderoso porque genera ingresos y es justo. Cuantas más emisiones genere, más pagará."
El Chiringuito del cambio climático es el “Caballo de Troya” en la economía europea dañando seriamente la competitividad frente a EE.UU. y China los dos grandes bloques que dominan el mundo.
¿Y si después de todo este lío resultara que las emisiones antrópicas de CO2 no son las causantes principales o exclusivas de los cambios en el clima?
Entonces diremos como Galileo, “Eppur si muove”
Alberto Arestizabal Pastor
Arquitecto. Máster en Energética de la edificación
Máster en Mercado eléctrico. Auditor y gestor energético
Arquitecto. Máster en Energética de la edificación
Máster en Mercado eléctrico. Auditor y gestor energético